ALFREDO HERRERA SALAS

Paisaje Humano (tríptico). acrílico sobre tela. 1.58 x 3.15
Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu


Los artistas capaces de entrever los complejos circuitos de las artes visuales son aquéllos que tienen una verdadera formación personal y por tanto entienden y pueden traducir las claves del arte de su tiempo.

Considero que este es el caso de Gori, quien tiene, efectivamente, esa formación integral que le permite ser a la vez poeta y pintor sin que ello signifique dispersión sino complementariedad. Pienso que esto lo podemos percibir ante el conjunto de telas que conforman su primera exposición. En ellas vislumbramos al hombre sensible y creador, atento a las tendencias actuales, a la vez que su amor casi obsesivo y nostálgico por un pasado de vivencias personales de intensa profundidad emocional y estética.

Por momentos el espectador tiene la sensación, viendo estas obras, de estar frente a fragmentos que, integrados como por un sueño que nos envuelve en su poder evocativo, conforman una unidad coherente con su autor.

En ellas encontramos las claves de su arte: una, el trabajo; mucho trabajo sin concesiones y en enérgica actividad; otra, la impronta figurativa. Esta impronta se manifiesta mediante una gestualidad que incluye elementos seriados, grandes trazos y el dominio del color.

Así se conforman estas manchas en las que siluetas humanas trazadas como en un mapa conforman una especie de cartografía del ser y que, aunque nunca podemos identificar del todo, nos dejan la impresión de conocerlas.

En fin, como en los sueños, estas visiones se recrean como en un sopor iniciático, gestativo, chamánico, por el que nuestro expositor de mirada febril nos muestra estos seres mágicos en gestación para confrontarnos.


Jorge Estrada
Caracas / 01 / 09 / 2003


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