Paula Moderssohn Becker: Autorrerato al sexto día de la boda/ Óleo, cartón - 101,5 x 70,2 cm.
Julia Barroso Villar*
Hannah Höch: La novia, Pandora, 1927. Óleo sobre lienzo. 114 x 66 cm.

 

 

el arte del siglo XX en sus etapas finales, en las que se dio el auge del arte experimental de todo tipo, fuera de las catalogaciones con las que se venía contemplando la trayectoria histórica anterior, tiene sus raíces más cercanas en los procesos vanguar-distas que desarrollaron nuevos modos de concebir el arte, que la tradición historiográfica reciente de manera reiterativa denomina "ismos". Las secuencias, y en ocasiones solapamientos, de corrientes como el fauvismo, el expresionismo alemán, el cubismo, el futurismo, el dadá, el neoplasticismo, el suprematismo, el surrealismo, y el constructivismo, entre otros modos globales de buscar los objetivos del arte, configuran ese mosaico que forma el zócalo de base de las múltiples transformaciones y rupturas posteriores.

Porque de todo se da a lo largo del siglo XX. En el conjunto de períodos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, se construyeron las bases de los nuevos comportamientos artísticos que caracterizan la segunda mitad del siglo hasta hoy mismo, sin que pretenda con esta afirmación, restar originalidad a las importantes aportaciones del arte en la era de la posmodernidad. Elementos como la libertad del color a la hora de componer y hasta dibujar un cuadro de estirpe romántica, se constatan en fauvistas como Matisse y Dufy, y en expresionistas como Kirchner. La base de investigación en la composición abstracta en el espacio está en el cubismo en germen, y plenamente desarrollada en Malevitch y en Mondrian, entre otros. De ahí en adelante, un delgado hilo de actitud codificable en términos de abstracción geométrica modulable, relaciona las corrientes suprematista y construc-tivista, que ellos representaron, con el minimalismo, tras pasar por múltiples combinaciones y transformaciones.

El arte de acción estuvo presente en las veladas futuristas y en las acciones del dadá, y la instalación y el objeto artístico seencuentran en los diversos objetos utilizados desde entonces y en el surrealismo con intención artística, bien casuales como el "ready-made" de Duchamp, o elaborados como las chapas recortadas de Hans Harp. La iconografía irreverente, la ruptura de referencias ideales sobre la representación del cuerpo, del ideal de belleza, de los roles de los géneros masculino y femenino en el arte, se fueron socavando de manera gradual, pero con mayor fuerza si cabe, en los contenidos, en el dadaísmo y en el surrealismo, y desde la perspectiva de la actividad de las propias artistas mujeres, en movimientos especialmente frecuentados por ellas: constructivismo ruso, y surrealismo.1 El arte basado en el cuerpo como soporte, es un aspecto en que la performance de mujeres más reivindicativa encuentra unos buenos fundamentos; rastreando desde 1916 en adelante.

Se podría continuar detallando la clase de acento plástico y de actitudes que presidió cada una de esas corrientes, pero el objetivo de este artículo es otro: poner de relieve el papel de las mujeres en la transformación del arte, como sujeto y como objeto, en el proceso de enorme diversificación que registra el arte más reciente.

Hay que destacar por otra parte que una mirada detallada hace que se pierda la perspectiva del mosaico vanguardista concebido como coherente, en el que cada pieza era intransferible, con bordes bien definidos, aunque lo usual es, tanto a nivel académico como de difusión, asumir la pertinencia de la clasificación y diferenciación nítida de todas aquellas corrientes. El límite entre abstracción y cubismo se pierde en autores como los Delaunay, con sus series de prismas y círculos geométricos; así como los del expresionismo, abstracción y surrealismo se desfiguran en autores como Klee y Miró. Las fronteras entre submundo del surrealismo y supermundo del hiperrealismo de tono más evidente y cotidiano hasta el más onírico y magicista, son difusas y perviven a lo largo de las corrientes e individualidades de la segunda mitad del siglo.

Con lo señalado, como muestra de un razonamiento que se puede extender y desarrollar con mucho más detalle, propongo algo que comparten hoy muchos historiadores del arte contemporáneo: la necesidad de revisión de muchos de los conceptos que definieron, de manera seguramente coyuntural, la verdadera entidad de los "ismos", hoy ya, pasada la hoja del tiempo que reza "Siglo XX", aunque no superado el concepto en nuestros hábitos mentales, porque la secuela de las experiencias vitales no se fragmenta según la lógica del calendario.

Una de las variables que rompen de manera más significativa una nueva lectura de la vanguardia en su conjunto es el papel de las mujeres en el arte. Estudios impulsados desde la perspectiva feminista, pero también desde una concepción que no soslaye el mundo de la mujer como si fuera algo extraño a los seres humanos, a su cultura, y a las artes en definitiva, uno de los elementos que sin duda, puede aún iluminar aquel panorama es la presencia activa de algunas mujeres en el seno de los diversos "ismos ", por lo general silenciadas o colocadas en segundo plano. Y un segundo elemento a revisión es la propia entidad icónica de la mujer, el papel que cumple en las artes visuales vanguardistas. Los estudios clásicos en estas materias de Rozsika Parker y Griselda Pollock,2 y otros muchos que van profundizando en este tipo de cuestiones, abundan en la relación de personalidades femeninas olvidadas en el arte o puestas en dependencia y situación secundaria, cuando no en la letra pequeña del último de los capítulos. Otros análisis, como los de Amparo Serrano de Haro, inciden en las tipologías de las mismas artistas, su actitud femenina en la búsqueda de su identidad.3 Algunos, entre la producción española, dan una visión de conjunto apoyada en visiones parciales, como la obra coordinada por Marián L.F. Cao, de cuyo conjunto destaco el concepto de "lo femenino en un desarrollo humano sostenible", de Pilar Díez del Coral.4

En esta ocasión, trataré de resaltar algunos de estos aspectos, así como de poner de relieve algunos elementos germinales de las actitudes alternativas del arte que cerraba el siglo, desde perspectivas feministas y de protesta por lo general centradas en el arte de acción y en el cuerpo, primero como tema y más tarde como soporte, que pueden rastrearse en parte en aquel magma, tal como se nos presenta de manera global, de los primeros "ismos".5 Para ello, habrá que destacar algunas de las figuras de algunas de estas artistas, la mayor parte ya desaparecidas, como ejemplos fehacientes del largo camino hacia la igualdad en el derecho a la imagen como colectivo, que las vanguardias como tales no tuvieron en cuenta, ni en la práctica, ni menos aún en sus programas.

 

Marianne von Werefkin: Las mujeres negras, 1910. Gouache sobre cartulina. 72,5 x 111.5 cm.

algunas

artistas

en las

vanguardias

históricas

 

 

El papel invisible que se venía asignando de manera tradicional a las mujeres artistas choca con la presencia de personalidades fuertes que contribuyeron a definir ese mundo soñado que proponían las vanguardias. Si hacemos un mero recordatorio, pues estas aportaciones están recogidas en bibliografía específica como la de Ann Sutherland Harris y Linda Nöchlin,6 es conocida la aportación al Impresionismo de las pintoras Berthe Morisot, y Mary Cassat, que permanecieron bajo el manto de la tutela masculina a la hora de hacer contabilidad de artistas en nómina del grupo, difuso como casi todos, en cuanto a sus componentes, la de Suzanne Váladon dentro de la etapa postimpresionista, base de las vanguardias; la cercanía de planteamientos a la pintura naiv de Marie Laurencin, las de Leonor Fini, o Dorotea Tanning y Frida Kahlo al surrealismo, en muy diversas actitudes de relación directa con el grupo de Bretón, pero siempre conectadas y reconocidas.

Más ha costado introducir, en los ámbitos ajenos al mundo germánico y anglosajón, el conocimiento y la aceptación de Paula Modersohn-Becker, pionera de la corriente expresionista germana, tal como se empezaba a manifestar a partir de 1905 con la actividad del grupo Die Brücke o El Puente en Dresde, dos años antes del fallecimiento de la artista, en 1907. Ella, presentada al escultor Rodin a través de un escueto billete mencionando su condición de esposa del "famoso pintor" Otto Modersohn, apenas mereció la atención del escultor francés. Ella fue una de las introductoras de motivos primitivos y de carácter esencial en el arte alemán de inicios del siglo XX, inspirados en parte en Gauguin y en Van Gogh, y en parte en los retratos coptos que pudo conocer en los museos de París y de Hamburgo; pero que tuvo el valor de, en solitario, transgredir los límites del arte de buen tono admitido en la sociedad que la rodeaba, sin que sus pintura y dibujos sobre campesinos, maternidades como ídolos de la fertilidad o autorretratos, los percibieran ni su círculo inmediato de amistades y familiares. De hecho, estuvo antologada por los nazis en la secuencia de exposiciones "Entartete Kunst", o Arte Degenerado, como en la precedente a la de Munich en 1937, sin que haya supuesto una recepción heroica por la postvanguardia subsiguiente.7

Lyubov Popova: Composición espaciodimensional, 1921. Óleo 58 x 56.5 cm.
Olga Rosanova: Composición no-objetiva. Óleo sobre lienzo. 85 x 80.5 cm.

Dentro de la relación de artistas de primera línea del expresionismo alemán, e igualmente incluida entre los "artistas degenerados", junto con Nolde, Grosz, Dix o Beckmann, figura Käthe Kollwitz, que a través del grafito principalmente expresó la condición vulnerable de la humanidad, y la muerte, que en los duros años de las dos guerras europeas, marcó a más de una generación (Sutherland/Harris: 263).Por otro lado, la figura de Gabrielle Münther queda oscurecida al lado del pintor Wassily Kandinsky, aunque haya contribuido en una medida importante en el proceso hacia el énfasis en el color y la abstracción, en particular con las técnicas de pintura sobre vidrio.8 La pintora rusa Marianne von Werefkin, residente durante muchos años en Munich se omite con frecuencia en su participación en el grupo "Der Blaue Reiter" o "El Jinete Azul". Ella se incorporó al mismo algo después de su fundación, cosa que pospuso su compañero Alexei von Jawlensky, que se le asocia al grupo en más ocasiones, aunque participó más tarde y en el subgrupo "Blaue Vier" o "Cuatro azules".

La relación de artistas mujeres oscurecidas por la presencia de sus compañeros es tan habitual como la que afecta al grupo de artistas rusas que, no obstante, descuellan con fuerza en los años iniciales de las vanguardias en su país. Sonia Terk, esposa de Robert Delaunay, tuvo que conformarse en París con realizar aplicaciones de su arte común colorista y abstracto cercano al cubismo, "órfico" como lo bautizó Apollinaire, al ámbito del diseño de objetos variados, como la moda y el mueble, con lo que, de paso, se insertaba en una de las actividades más modernas en las que tiene aplicación práctica el ideario de la vanguardia. Mientras, su marido es conocido por su peculiar contribución abstracta al cubismo Natalia Goncharova, asociada al nombre de su compañero de tareas artística Michael Larionov, hizo experimentación futurista también en la pintura y el diseño, siendo uno de los pocos casos, tal vez por su procedencia aristocrática, que tiene un nombre con brillo casi propio. Cercanas a una integración de las experiencias del cubismo, el expresionismo de Macke y el rayonismo, fueron las obras de Alexandra Exter, que en la década de los años diez realizaba interesantes composiciones no-objetivas.

Más propio del suprematismo es la obra de Lyubov Popova, con sus "composiciones no-objetivas". En aquellos ambientes artísticos, como el fuerte movimiento constructivista en el que la revolución rusa velaba armas experimentales hacia la aplicación social de las artes, Olga Rozanova está considerada entre las primeras personas que defendieron un arte no figurativo. Realizó, entre otras obras cercanas a Malevich, como el óleo Composición no-objetiva (s.f., Museo Ruso de San Petersburgo), una serie de interesantes collages en papel, como los doce que llevan el título Guerra universal, con mayor frescura plástica, y menor perspectiva mística del espacio, aparte de diseños textiles, y folletos futuristas.9

Siguiendo con el constructivismo, Katarzyna Cobro, artista polaca, realizaba novedosas composiciones espaciales en acero en los años 20 y 30, como la Escultura suprematista suspendida, realizada en 1920 (col. part.), mientras su compatriota Tamara de Lempicka, que pintó en un estilo de un realismo "vuelta al orden" de los años veinte con unos planteamientos mundanos de modernidad impactantes, tuvo reconocimiento mundano hasta caer en el olvido en los años 50 y 60, con el advenimiento del expresionismo abstracto en América, ya que fue asidua de las elites sociales de Nueva York y Hollywood, terminando sus días retirada en México.10

En el dadaísmo, una de las corrientes clave para entender la apertura de nuevas propuestas en el arte de la segunda mitad del siglo XX, hubo una importante participación femenina, oscurecida como tantas otras veces. Emmy Hennings fue la iniciadora, junto con Hugo Ball y Tristán Tzara, de la iniciativa del "Cabaret Voltaire" en Zurich, que en 1916 dio inicio a la serie de actividades performáticas de los diversos grupos dadá que se formarían a continuación. Era la única intérprete de cabaret profesional del grupo, y tenía que inventar trabajos nuevos todos los días, labor que reconoció la prensa en el Zürcher Post.11 Sophie Taeuber-Arp, participando en las del mismo grupo de Zurich, hizo importantes aportaciones en la decoración constructivista del café L'Aubette, de Estrasburgo, junto con Jean Arp y Theo Van Doesburg, que realizaron en 1928, como describen sus planos, como el nº 127 del Musée d'Art Moderne, de Estrasburgo. Su actividad continuó en los grupos de París Cercle et Carré, en 1930, y Abstraction-Création, en 1932.

Louise Bourgeois: Sutures, 1993.
Amelia Peláez: Naturaleza muerta, 1964. Témpera 103 x 77,5 cm.

Una de las figuras sobresalientes a mi entender del dadá berlinés, y sin embargo oscurecidas por lo común hasta tiempos recientes frente a los más famosos Hausmann y Heartfield, es la de Hanna Höch. Nacida en Gotha en 1889, la mayor entre muchas hermanas, marchó con veintidós años a Berlín, donde fue una de las primeras estudiantes del género femenino en la Kunstgewerbeschule, o Escuela de Arte Industrial. Ayudó como voluntaria en la Cruz Roja durante la Primera Guerra mundial, y después de esa época, comenzó a desarrollar junto con Raoul Hausmann la técnica del fotomontaje y del collage. Su vida tuvo períodos de intensa dificultad, conociendo el exilio interior en la época nazi, lo que no le restó creatividad en los contextos del dadá, no sólo de Berlín, sino que colaboró también con Schwitters en Hannover y, cercana en otros registros, con Mondrian. El collage Mis frases caseras, de 1922 (Galerie Nierendorf, Berlín), es una muestra de integración de motivos cotidianos reunidos con aparente sentido del azar, que componen un mundo de imaginación que pasa por referirse a un Cristo románico, insectos domésticos clasificados como para una enciclopedia, la foto de un niño, un reloj y alusiones escritas al tiempo, con múltiples notas manuscritas del estilo de las actividades programadas para el día.12 Entre sus imágenes pintadas, es quizá su obra más conocida el óleo con el tema Die Braut. Pandora o La novia. Pandora (1927, Berlín, Berlinische Galerie), una interesante parodia del papel de la mujer en el matrimonio tal como se concibe socialmente: agigantada su imagen pero infantil de mirada, capaz de observar con avidez lo prohibido y todo lo que le espera, puede convertirse en el agente del mal según el mito griego de Pandora, paralelo al de Eva en la tradición judaica en el sentido de achacar los males del mundo a la curiosidad de la mujer y a su insaciabilidad.13

Quien tuvo un final profundamente deprimente fue la fotógrafa Dora Maar, pintora de vocación con mayor resultado al parecer en fotografía, respetada por su labor cuando conoció a Picasso, con quien mantuvo una destructiva relación a lo largo de unos siete años, lo que no resta importancia al hecho de sus secuencias fotográficas sobre la elaboración del Guernica para la exposición de París de 1937, que pudo darle la clave, como se ha sugerido, para optar por la bicromía en blancos, negros y grises, de la obra. La relación de artistas se puede extender hasta lo indefinido, de hecho múltiples monografías dedican sus análisis a la cuestión central de mujeres y arte, como artistas y/o como tema mismo. No quisiera finalizar la relación aquí escogida sin nombrar a dos figuras imponentes en su actividad, aunque sus obras poco o nada tengan que ver. La primera de ellas, Louise Bourgeois. Nacida en Francia en 1911, marchó a Norteamérica en los años 30, frecuentando los movidos ambientes neoyorquinos de los 40, que incluían a Duchamp y a importantes surrealistas. Aunque casada con el historiador del arte Robert Goldwater, en buena relación con todo el espectro artístico del cubismo, constructivismo y expresionismo abstracto, aparte del conocimiento de Duchamp y Breton por el lado surrealista, ella percibió que invadía un dominio masculino, el de la escena del arte, y prefirió permanecer aislada. Sus obras van a tener tal fuerza y capacidad de impacto que aún hoy impresionan. No conocida por el gran público hasta después de 1978, a partir de ahí realiza proyectos y participa en otros espectáculos, reuniendo entre 1995 y 1998 cuarenta y cinco solos, con parodias de los desfiles de moda, con vestidos en látex cubiertos con pechos de mujer, y cerca de setenta participaciones en grupo. El impacto de sus contenidos es conocido, al hablar de un mundo intimista desde la subversión de valores y de fetiches eróticos y fantasmas sexuales, en contextos domésticos. Su reciente instalación en el "Turbine Hall" de la Modern Tate de Londres, Maman 1999, una gran araña, que utiliza como símbolo protector, a una altura de 35 pies, abarcando el amplio vestíbulo en que se distribuyen los visitantes, muestra otro punto de importancia en su obra: la interacción con el público. Su actitud muy personalista, conecta plenamente con el concepto de arte corporal llevado a cabo desde Fluxus y otras corrientes en manos de artistas nacidos mucho más tarde aunque no más jóvenes, le llevó a decir: "Para mí, la escultura es el cuerpo. Mi cuerpo es mi escultura".14

Susana Solano: Amplio Paréntesis, 1986. Hierro. 160 x 239 x 153 cm.

La otra figura conectada en su estilo plenamente en las vanguardias, menos conocida internacionalmente, frente a la relativa notoriedad de otros artistas hispanoamericanos como Matta Echaurren, o Wifredo Lam, es la de la cubana Amelia Peláez. Nacida en 1896 en Sancti Spiritus, estudió y vivió en La Habana, donde hizo su licenciatura en Bellas Artes en 1924. Desde 1928 pudo visitar varios países europeos, como Francia, Italia, España, Alemania y otros, con becas del gobierno. Fue alumna de Alexandra Exter y ya en 1933 exponía en París individualmente. Cuenta con un importante bagaje de óleos con el tema de Naturaleza muerta, realizados con una concepción que aúna ciertas reper-cusiones tardías del cubismo, con una concepción original de pintura como vidriera, para la que seguramente pudo inspirarse en los bellísimos vitrales de la casa colonial cubana. Su trabajo y curriculum son infatigables, y desde 1950 incorpora la cerámica a sus tareas plásticas. La Habana cuenta con importantes murales cerámicos debidos a su labor, como el del antiguo Tribunal de Cuentas, hoy Ministerio del Interior, en la plaza de la Revolución; en 1958 realiza el del actual Hotel Habana Libre. Sus viajes por Europa se multiplicaron hasta cuatro, y su repercusión como artista es importante en Cuba, no siendo paralela la recepción de la misma fuera de la isla. En 1968 recibió la Orden Nacional 30 Años dedicados al Arte, año en que fallece en La Habana.15

La relación de artistas nacida en la segunda mitad del siglo sería interminable, y su actividad objeto de otros artículos. Por mi parte para finalizar, señalaré el interés que adquiere el fenómeno del protagonismo creciente de las mujeres en las artes, en ámbitos tradicionalmente postergados en su sentido de la modernidad, como España o Portugal, y la importancia de su presencia y visión dentro de la trama no sólo del género, sino de las razas, culturas, y de la propia reflexión sobre la identidad genérica16 .

Por lo que respecta a lo español, todavía no han sido puestas de relieve lo suficiente la originalidad de la española Maruja Mallo en la época anterior a la guerra, o la presencia intensa y poco contemplada de algunas como Juana Francés en el grupo El Paso, en 1958, entre otros muchos nombres recientes y actuales olvidados. Otros más actuales, en cambio, como Susana Solano, Soledad Sevilla, o Cristina Iglesias, irrumpen con fuerza antes asignada a los hombres, en el pano-rama renovado de la escultura e instalación contemporánea. En el caso de Portugal, destaca en la tradición vanguardista la personalidad de Maria Elena Vieira Da Silva como pintora abstracta, que adquirió más tarde la nacionalidad francesa, y la actual pintora Paula Rego, de crudo y modernizado realismo en sus pinturas.17

 

 

* Julia Barroso Villar es catedrática de Historia del Artede la Universidad de Oviedo


 

 

 

Notas

(* förklaringar på svenska)

1 Mary Ann Caws/Rudolf E. Kuenzli/Gwen Raaberg (Ed): Surrealism and women. 1991, Cambridge (Mass.)/Londres, The MIT Press. Christina Lodder, El constructivismo ruso, 1988, Madrid, Alianza Editorial, pp. 45-47. (Russian Constructivism, 1983, Yale University Press). Evelyn Weiss, Vanguardia Rusa, 1910-1930, Museo y Colección Ludwig, 1985, Madrid, Fundación Juan March.

2 Rozsika Parker and Griselda Pollock, Old mistresses, Women, art and ideology, 1981, Londres, Pandora Press. Una bibliografía completísima puede verse en Whitney Chadwick, Mujer, Arte y Sociedad, 1992, Londres/Barcelona,( Women, art and society), 1990, Londres, Thames & Hudson) Ediciones Destino, pp. 366 - 377 de la edición española. * En fullständig bibliografi kan man finna i Whitney Chadwick, Women, Art and Society, 1992, Londres/Barcelona,( Women, art and society), 1990, Londres, Thames & Hudson) Ediciones Destino: 366 - 377 i den spanska versionen.

3 Amparo Serrano de Haro, Mujeres en el arte, espejo y realidad, serie "Modelos de mujer", 2000, Barcelona, Plaza y Janés.

4 Marián L.F. Cao, Creación artística y mujeres. Recuperar la memoria, 2000, Madrid, Narcea S.A. de Ediciones. En esta obra, por referencia, Pilar Díez del Corral Pérez-Soba, "Educación artística: lo femenino en un desarrollo humano sostenible": 177-198. *Ur detta verk, se: Pilar Díez del Corral Pérez-Soba, "Educación artística: lo femenino en un desarrollo humano sostenible": 177-198.

5 En otras ocasiones me he referido al tema de las artistas en las vanguardias. Vid.: Julia Barroso: "Mujeres y arte. Movimientos contemporáneos", en Teresa Sauret (Coord.): Historia del arte y mujeres, 1996, Universidad de Málaga: 90-106; Idem: "La imagen de la mujer en el arte de las vanguardias artísticas", en AA.VV, Homenaje a Carlos Cid, 1989, Universidad de Oviedo: 120-134; Idem: "Iconografía femenina en el arte de vanguardia: la Neue Sachlichkeit alemana", en Cuadernos de Arte e Iconografía, 1989, Madrid, Fundación Universitaria Española: 247-255; Idem: "Aportación femenina de las vanguardias pictóricas vs. imagen de la mujer en la pintura de vanguardia", en AA.VV., Género y sexo en el discurso artístico, 1995, Universidad de Oviedo: 103-113. *Vid andra tillfällen har jag behandlat frågan om konstnärerna inom avantgarden. Vid.: Julia Barroso, "Mujeres y arte. Movimientos contemporáneos", i Teresa Sauret (Red.): Historia del arte y mujeres, 1996, Universidad de Málaga: 90-106; Idem: "La imagen de la mujer en el arte de las vanguardias artísticas", i AA.VV, Homenaje a Carlos Cid, 1989, Universidad de Oviedo: 120-134; Idem: "Iconografía femenina en el arte de vanguardia: la Neue Sachlichkeit alemana", en Cuadernos de Arte e Iconografía, 1989, Madrid, Fundación Universitaria Española: 247-255; Idem: "Aportación femenina de las vanguardias pictóricas vs. imagen de la mujer en la pintura de vanguardia", en AA.VV., Género y sexo en el discurso artístico, 1995, Universidad de Oviedo: 103-113.

6 Ann Sutherland Harris / Linda Nöchlin: Femmes peintres 1550-1950. París, 1981, Editions Des Femmes.

7 Stephanie Barron (Coord.): Degenerate Art. The Fate of the Avant-Garde in Nazi Germany, 1991, Los Ángeles Museum of Art, pp. 100, 422.

8 Whitney Chadwick, Mujer, Arte y Sociedad, 1992, Londres/Barcelona, Thames & Hudson/Ediciones Destino: 238-240.

9 AA.VV., Dada y Constructivismo, 1989, Madrid, Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura.

10 Baronesa Kizette de Lempicka Foxhall (según el relato de/* Enligt berättelse av): Pasión por pintar. El arte y la época de Tamara de Lempicka, 1988, Madrid, Mondadori.

11 Datos recogidos en /* Uppgifter hämtade ur: Roselee Goldberg, Performance Art, desde el futurismo hasta el presente. 1996, Barcelona, Destino: 60.

12 En /I Werner Hofmann, (Ed.): Eva und die Zukunft. das Bild der Frau seit der Französischen Revolution, 1986, Munich, Prestel Verlag, pp. 441. El collage que se menciona aparece reproducido, con otras obras, en AA.VV., Dada y Constructivismo, 1989, Madrid, Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura: 96. * Det ovan nämda collaget finns reproducerat, tillsammans med andra verk, i AA.VV., Dada y Constructivismo, 1989, Madrid, Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura: 96.

13 En: Werner Hofmann, (Ed.): Eva und die Zukunft. das Bild der Frau seit der Französischen revolution, 1986, Munich, Prestel Verlag, pp. 202, aparece un comentario detallado de la iconografía de la obra y de su valor simbólico en la sociedad. * I: Werner Hofmann, (Red.): Eva und die Zukunft. das Bild der Frau seit der Französischen revolution, 1986, Munich, Prestel Verlag, pp. 202, finns en detaljerad kommentar av verkets bildspråk och dess symboliska värde i samhället.

14 Lara Grieve, "Louise Bourgeois", 2002, arts, www.bbc.uk.//arts/news.

15 Alejandro G. Alonso, Amelia Peláez, 1988, La Habana, Editorial Letras Cubanas.

16 Sobre el caso español, destaca, para el siglo XIX el estudio: Estrella de Diego, , La mujer y la pintura del XIX español, 1987, Madrid, Cátedra. Y más recientemente, de ámbito universal, las "Ponencias y comunicaciones" del congreso realizado en Octubre de 1999 en la Universidad de Málaga que están siendo editadas, contando hoy con el volumen I: Teresa Sauret Guerrero/Amparo Quiles Faz (Coord.): Luchas de género en la Historia a través de la imagen, 2001, Málaga, Centro de Ediciones de Diputación de Málaga. * Om det spanska fallet på 1800-talet finner man foljande studie: Estrella de Diego, La mujer y la pintura del XIX español, 1987, Madrid, Cátedra. Och på senare tid, angående hela världen, Ponencias y comunicaciones från kongressen som ägde rum i oktober 1999 på Malaga Universitetet och som håller på att redigeras och som idag har kommit fram till vol. I: Teresa Sauret Guerrero/Amparo Quiles Faz (Samordnare.): Luchas de género en la Historia a través de la imagen, 2001, Málaga, Centro de Ediciones de Diputación de Málaga.

17 Rui Mário Gonçalves, Pintura e escultura en Portugal, 1940-1980, 1984, Lisboa, Instituto de Cultura Portuguesa.


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