Entrevista con ALFREDO HERRERA


Alfredo Herrera, (Caracas, 1962) ha resultado ganador del Concurso de Poesía Heterogénesis en festejo de los diez años de la fundación de la revista.

Comunicador social, abogado, la vida lo llevó a cambiar de profesión y se hizo poeta. Se formó en los Talleres del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Allí se integró a los talleres de Juan Calzadilla IFOR Barreto. Con su libro “Cinco árboles” ganó en 1998 la Bienal de Poesía Fernando Paz Castillo. Ese mismo año publica la plaquette “El Parque” (Ed. Pez Soluble, Caracas). También colabora con diversas revistas literarias de Venezuela.

Alfredo vino por unos días a Suecia con su esposa, la poeta Sonia González, para recibir el premio, ocasión en que pudimos recoger sus opiniones.


ALFREDO HERRERA
Roberto Mascaró
Foto:Griman Bracamonte


Háblame de la tradición poética que ha alimentado tu trabajo.

No soy un conocedor de tradición de la poesía venezolana. Aparte de conocer las obras de Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Juan Calzadilla, Andrés Bello y algunos otros (especialmente los jóvenes, los nuevos) no he realizado una lectura sistemática de nuestra poesía. Yo soy un lector tardío, mis lecturas han sido tardías. Claro que mi caso es atípico. Yo me dedicaba al comercio y al karate antes de dedicarme de lleno a escribir. Retomé la escritura hace pocos años, ya adulto. Sí escribía de niño, pero eso era cosa olvidada. Cuando retomé la escritura y comencé ir a talleres, me sorprendió el buen recibimiento que me hicieron, sentí mi pertenencia a ese ámbito en que los jóvenes buscan la nueva expresión.

¿Qué influencias reconoces en tu poesía?
La primera influencia es la de mi madre. Ella reunía a los niños de la familia y nos hacía conocer la poesía en lo que ella llamaba “la hora cultural”. Nos hacía escuchar discos de Neruda, Alberti, García Lorca. Nos dejaba jugar con la poesía, con las palabras. Se detenía en la calle para hacerme descubrir el sol o la gente que pasaba... Era poeta y transmitía su experiencia. De modo que la poesía ha estado conmigo desde que tengo memoria. Pero, mi formación, en cuanto a lecturas, a conocimiento de la tradición, es un proceso actual. En “La tarde cansada”, que recibió este premio Heterogénesis, una influencia importante es la de la poesía de Tomas Tranströmer, que pude leer en Venezuela, en traducción castellana. Creo que esa influencia se nota en mis poemas. Por otra parte, la obra de César Vallejo es una referencia importante para mí. No obstante he leído poca cosa de Rubén Darío. Todavía no conozco las obras de Lezama Lima, Vicente Huidobro... los tengo pendientes...

¿Qué me dices de los talleres, esa forma contemporánea de la difusión de la técnica de la poesía? ¿Qué importancia han tenido en tu proceso de crecimiento en torno a la poesía?
Los talleres fueron fundamentales en mi formación. En el taller de Juan Calzadilla me pasaron cosas muy importantes. Para empezar, Calzadilla me aceptó inmediatamente después de leer algunos trabajos, cosa que me llenó de orgullo, de entusiasmo, de interés. Allí realizábamos ejercicios prácticos de escritura. Escribíamos con motivo determinado por el tallerista, contra reloj. .Allí tuve la vivencia de la ocurrencia colectiva, del trabajo de equipo. Mi vida cambió por esos tiempos. Retomé esa presencia de la poesía en mi vida que mi madre había estimulado en mí. Fue una experiencia muy fuerte, definitiva.

Háblame de “La tarde alcanzada”
En este libro, se puede decir que hay un trabajo más maduro, más profesional. En “Cinco árboles”, mi trabajo anterior, había mucha espontaneidad, mucha frescura, pero menos trabajo con la forma. Ahora aprendí a trabajar de una manera metódica, casi obsesiva. Me costó mucho dejarlo de lado, considerarlo terminado. Viví casi dos años pensando, corrigiendo, volviendo al manuscrito... Curiosamente, después de este trabajo de filtro y corrección, tuve que volver a ciertas versiones originales que había desechado...

En este momento, creo que trabajaré con materiales del primer libro, para rescribirlos desde mi experiencia actual. Por primera vez ya manejo los temas de mi próximo libro, ya barajo títulos. Trataré de recuperar la pureza de esos primeros escritos. He decidido no leer mientras escribo este libro. No quiero que las lecturas interfieran, se transformen en censura, contaminación. Trataré de no enfrascarme en ningún libro, para escribir con más libertad.

¿Qué pasa con la expresión poética en Venezuela?
En general el mundo de la poesía es bastante pequeño, los poetas son unidos, la mayoría de los que circulan son jóvenes. En los talleres se forman todo el tiempo más y más jóvenes. En cuanto a las lecturas, nos encontramos con un mundo bastante reducido. Nosotros hicimos una cosa que se llamó “Poesía tramada”. Lo hicimos con Sonia González, mi mujer, que es poeta y además trabaja con títeres. Dividimos el espectáculo en tres partes, según el poema de Miguel Hernández: Vida, Amor y Muerte. Buscábamos objetos presentes en el poema en un teatro a oscuras, con un pianista que improvisaba. Hicimos la experiencia varias veces en un teatro lleno, con entradas agotadas. Igual tuvimos pérdidas, porque éramos muchos participantes. Se llenaba de jóvenes; no concurrían los poetas de generaciones anteriores. Como te decía antes, somos parte de esta generación de los talleres que con gusto presenta sus cosas en público. La “Semana de la poesía” de Caracas crece año a año; aunque no se pueda comparar con el Festival de Medellín, que lleva muchos años, la poesía en Vene-zuela va en buena dirección.

 

 

 

Heterogénesis

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