Entrevista a
NÉSTOR OLHAGARAY

Un punto de referencia en el arte experimental en Chile y América Latina

 

Néstor Olhagaray es uno de los artistas chilenos que participa en el programa de videoarte que organizamos con motivo de nuestro aniversario. Fue invitado por Jaime Oddo, curador de la selección chilena y viajó a Lund a estar presente en las actividades del 10 aniversario de la revista y a encontrarse con colegas.

Olhagaray estudió arte en la Escuela de Bellas Artes de la universidad de Chile, hizo un postgrado en la escuela de cine de Moscú y luego un postgrado en Comunicación y Semiología en la Universidad de París. Desde su regreso a Chile en 1982, ha participado activamente en la vida artística y cultural del país ejerciendo la docencia en distintas universidades y sobre todo creando espacios de expresión y encuentro de artistas que trabajan con nuevas tecnologías.

Ximena Narea
   

 

Su interés por las nuevas tecnologías se despierta muy temprano. “Me interesé por los sistemas mecánicos de reporoducción, empezando por el grabado, foto, cinético y de allí al cine. Eso no se hacía en la escuela” nos cuenta. Participó en dos Salones Crav, que se hacían en la Quinta Normal. Era un concurso con cierto prestigio en esos años y se organizaba con el apoyo de la universidad de Chile en el Museo de Arte contemporáneo, que entonces funcionaba en la Quinta Normal. Empezó un curso de cine en la universidad Técnica del Estado y cuando cursaba el tercer semestre se fue a Moscú con una beca de Conicyt (Comisión Nacional de Investigación Científica y Técnica). “Orienté mi formación hacia una formación más técnica en el ámbito de la dirección de fotografía y cámara. Fui a buscar herramientas tecnológicas, ya que de alguna manera, la formación del Bellas Artes me había entregado criterios en la dirección cinematográfica”, explica.

Estuvo en la escuela Bgyk que fundó Eiseinstein, padre del cine soviético, autor del Acorazado Potemquim, una de las primeras películas consideradas de arte. Era una escuela rigurosa, con medios: “nunca tuve problemas para trabajar en 35 mm en el metraje que fuera necesario. Los alumnos podíamos hacer proyectos propios.”

El golpe militar lo pilló en Moscú. En el 75 deja la Unión Soviética; ya se olfateaba la crisis y “siempre he pensado que los detentores del poder político se farrearon la historia” afirma.

Se fue a Francia, porque siendo descendiente directo de vascos franceses tiene doble nacionalidad y era el único país fuera de Chile donde no era extranjero. La cultura francesa era parte de la familia, había estudiado en la Alianza Francesa en Santiago y ya hablaba francés cuando fue a Francia.

¿Te costó mucho acomodarte?
Como tenía doble nacionalidad no necesité recurrir al recurso de ser exiliado. A través de un anuncio en el diario Le Monde encontré trabajo en una escuela regional de Bellas Artes en la ciudad de Epinal, al este de Francia, que pertenecía al circuito de escuelas de Artes del ministerio de cultura. Estuve allí siete años; daba clases en el primer ciclo de morfología plástica y de lenguaje fotográfico y en el segundo ciclo hacía semiología de la comunicacion y taller audiovisual.

¿Qué te hizo regresar a Chile?
Igual, de alguna forma no era lo mío. Siendo francés en los papeles era en la práctica extranjero y si bien nunca tuve problemas de integración en la vida artística de Francia, conocí muchos cineastas, artistas plásticos, etc., por lo menos para mí, aquello era un mundo con cierto límite y topando esos límites me daba cuenta que era una cultura que se daba vueltas sobre sí misma, una cultura de alguna forma autofrenada, incapaz de desprenderse de un pasado; lo que por lo mismo la hace tener una riqueza inmensa. Como en toda sociedad la cultura es parte del poder, un ejercicio a través de grupos y personas y la verdad es que no me atraía meterme en ese mundo de concesiones, de negociaciones, de arreglos, de compromiso. Además creía que igual había en mí una inclinación hacia plantearme en el trabajo cultural en Chile.

Haberme quedado en Francia era quedarme en un ambiente muy rico, incluso me faltaba tiempo para poder consumir toda su propuesta, pero de alguna forma esa diversidad se imponía tan violentamente que te hacía un individuo pasivo, en el sentido de pura recepción. Por otro lado había mantenido una práctica artística que ya empezaba a orientarse hacia la gráfica, la fotografía y el video, y de acuerdo a la experiencia que había acumulado, en cierto momento llegué a la conclusión que para crear no es necesario un condicionamiento preciso, es decir tú puedes producir, crear, una vez que has superado la dependencia de la cultura en cualquier parte del mundo.

Mi primer viaje a Chile fue de prueba, de indagar qué podía hacer, y tuve la suerte de que habían ciertas instituciones de educación superior como el instituo ARCIS, que se proponían como espacios alternativos a la propuesta oficial y me ofrecieron la posiblidad de ejercer docencia. Lo que más ayudó, desde luego, fue el integrarme a la iniciativa de la embajada de Francia de los festivales Franco-chilenos de videoarte (1982-90). Todos los años se hacían y fue una de las experiencias más ricas y definitivas para orientar mi inquietud hacia el videoarte.

¿Cómo surgió la bienal?
Siendo director de uno de los últimos festivales, que a partir de 1990 se llamaban Franco-Latinoamericano con el acuerdo de la embajada de Francia en Chile, que había sostenido el espacio de los festivales durante la dictadura, pero que habiendo logrado la democracia formal en el país, dejaba que los chilenos asumiéramos las manifestaciones de videoarte.

El 93 echamos a andar la primera bienal que se llamaba Primera bienal de video y artes electrónicas. Desde la primera versión existieron tres categorías: Concurso “A la creación y Autoría en Video” en honor a nuestro eximio videasta que vivió en Nueva York de reconocimiento internacional Juan Downey; “Artistas Invitados Nacionales” y “Artistas e Instituciones Internacionales”. El concurso era amplio y especialmente en esa época participan muchos jóvenes ligados a los establecimientos de comunicación audiovisual, realizadores ligados a las productoras de televisión, cine y video y artistas independientes. Esta sección se fue depurando y hoy en día se recepcionan solamente videos autorales que se inscriben dentro de una tendencia experimental del uso del lenguaje video y que cree en una estética y cultura propia del video.

Desde el 99 el concurso que solamente era nacional, se transformó en Latinoamericano, que es su carácter actual. Cabe señalar que este concurso ha sido un gran incentivo para los realizadores nacionales y se ha convertido en un hito para el cual se produce y se espera su desarrollo por ser un espacio que tiene como inciativa la propagación del video y el reforzamiento de estrategias de autoría a largo plazo.

Esta área ha visto crecer y desarrollarse talentos jóvenes que actualmente ya empiezan a cumplir un rol internacional, el caso de Guillermo Cifuentes, Claudia Aravena, Edgar Endress. Aravena está en este momento trabajando en Berlin. Dentro de los invitados internacionales hemos recibido, entre otros a Martha Rossler, Gianni Totti, Cynthia Porta y Robert Cahen. Muchos más han enviado sus trabajos.

Hace dos versiones la bienal se llama Bienal de Video y Nuevos Medios debido a que hemos incorporado los nuevos soportes digitales. También coincide que yo empiezo a dirigir la escuela de postgrado en la universidad de Chile: Arte y Nuevas Tecnologías. Esta nueva orientación ha servido a la nueva investigación con soportes digitales ha abierto un espacio crítico dentro de nuestro medio chileno y de alguna manera forma parte el que el FONDART (Fondo de Apoyo a las Artes) creó una sección de Netart. Ya existía una mención de video que desde hace un año participa dentro de la sección de artes visuales y no audiovisuales como ocurría antes.

¿Cómo financian la bienal?
El área de Cine y artes audiovisuales de la división de cultura del ministerio de educación ha colaborado con la otorgación de un premio que en el último año ascendió a 1000 dólares.

¿Existe un jurado que selecciona los videos que se muestran durante la bienal?
Hay una comisión de selección, que no es el jurado. Las bases del concurso son bastante claras. Se aceptan obras en soporte de video o digital que se inscriban dentro de la estética del videoarte y que trabajen las técnicas y los soportes de manera experimental.Otro criterio importante y que tiene que ver con criterios generales en el arte es el equilibrio entre expresión y contenido, la calidad del material simbólico, su inscripción estética cultural.En la última edición ganó el premio Silvia Cacciatori, cuyo trabajo forma parte del programa internacional de video.

¿Tienen contacto con otras bienales internacionales?
Algunos son festivales, museos, galerías, universidades. Entre los eventos, hay que destacar Video Brasil, Festival de Videoarte de Perú, Festival de Video de Rosario, Festival de video de Cartagena de Indias. World Wide Video de Holanda, Festival de Belfort, Francia. Intermediales de Berlín, entre otras. También hemos establecido contactos con la Universidad de Carnegie Mellon, de Pittsburg, USA, Universidad de Siracuse, Video Databank de Chicago, MOMA de Nueva York, Museo de Arte Reina Sofía de España, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

En general, en la bienal se constituye una buena muestra que es solicitada por pares de otros países. Se ha ido constituyendo una videoteca de arte que es parte de la bienal. Tenemos un banco de direcciones con datos de los participantes de las bienales anteriores y un sitio web: www.bienaldevideo.cl


Nos despedimos de Néstor después de algunos días de compartir experiencias y de recorrer los lugares de más interés en la zona de Escania. Regresa a sus clases y a trabajar en la próxima bienal que tendrá lugar en noviembre del año que viene.

 

 

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