Litterae Tertii MIllennii

RUBÉN AGUILERA



Cerditos de Sabio Rabo
Rubén Aguilera

© 2000 Rubén Aguilera

Imagen de la portada:
Héctor Siluchi
Diseño del libro:
NAG Design Atelje

ISBN 91-971978-8-2


Rubén Aguilera (n 1948 en Chile, radicado en Suecia desde 1977). Sociólogo de la Universidad de Lund, 1984. Ha publicado dos poemarios: El pequeño libro del odio (Suecia, 1985) y Los Escarabajos (Aura Latina, Malmö 1989) traducido al sueco por Clemens Altgård. Está representado en varias antologías, entre otras El mundo en Suecia (En Bok för Alla, Estocolmo 1995), 14 Autores nortinos (Ediciones Universitarias, Antofagasta, Chile 1995) y recientemente Artistas y escritores latinoamericanos en Suecia hacia el año 2000 (Heterogénesis, Lund 2000). Ha recibido becas del Consejo de Cultura Sueco (1989) y del Fondo de Escritores (1994). Ha sido miembro de la dirección del Centro de Escritores Sur, Escania, Suecia (1992-1997).


Foto: X. Narea
Rubén Aguilera

 

PRÓLOGO

SETENTAICINCO CERDITOS

"Quedaron éstos con cabeza, voz, pelambre
y figura de cerdos, pero su mente permaneció invariable,
la misma de antes. Así quedaron encerrados mientras lloraban."

El rapsoda ciego,
violos, en la isla de Eea,
por la vara de Circe
arreados. Así también,

el fabulante giboso
y el tísico
de "La Granja"

avizoráronlos,
ángeles del fango,
trotar la historia

rumbo a la picana,
gruñen su elegía
estos setentaicinco
cerditos de sabio
rabo.

* Canto X de la "Odisea" de Homero, pag.184. Catedra, Madrid, 1993.
(El borrador original comenzado el 9 de enero de 1993 y terminado
la madrugada del 25 de enero de 1993).

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I
LOS CABALLEROS DE LA NOCHE


De siglo en ocaso,
insomnes siluetas,
aves efluvias, en
su mosto derivan.

Bacos en contubernios
por el tabaco o la jarra
o el zumo de las ninfas

que aroma las tabernas.
Caballeros de la noche:
¿vienen? quizás,

¡nunca son! a medio
camino entre mesón
y réquiem ¡sedientos
orujos! negros
cisnes se van

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LAS PUERTAS CERRADAS


La noche es opalina
de cerradas puertas
que los ebrios temen
más que a la muerte.

Azur que invade el iris
de esos seductores de la
muerte. La muerte los

soba con celo insectuoso,
con verdes humores los
lame y les murmura

insinuaciones que ellos
desdeñan con ademanes
torpes. Son ¡las puertas
cerradas! la hiel de sus
pavores.

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EL CABALLERO DE LA TAURINA


De Los Tercios, legionario, bajo
el Cristo de la Buena Muerte,
en Londres alarife, vía a Munich
desmontólo eros en Lund.

Bufanda, barba, café negro y,
si arde la tertulia, vino tinto;
pero, amén de las mozas,

¡andaluz de ética! Cronista
en cruzada contra los bárbaros
boreales se atrinchera

al crepúsculo (cuando no
fatiga orbes con su nórdica)
en el bar de la Calle Verde,
este caballero de la taurina
figura

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EL CABALLERO DECRÉPITO


Me acongojan los cronistas,
su aliento y sus bitácoras
donde buena fama no
tengo. Me acongojan

los anacoretas, los cursis
y los sicofantas que se
molestan porque cosecho

frutos verdes en otoño,
y convoco llamas allí
donde ni el cardo

muerde. Y también
mi raído traje,
mi arrastrado paso,
mi improvisada fosa,
me acongojan.

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EL CABALLERO DISCRETO


Suspenso en la jalea
azabache de mi lecho,
demoroso devoro
las postreras cuencas

de mi ábaco, y
especulo el saldo
de mi edad perdida;

mas, a pesar de su
reincidente trece,
otra vez el dado arrojo,

y ya no por la que
nunca hallé sino por
la de macilento velo y
que en ebriedad apodo
La Innombrable.

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CUADRO DE LA VIDA EBRIA


Sobre cetrina penumbra
y ya sin deudas con eros,
fantoches de traje raído
y mascarillas sedientas

(sin edad de la razón
ni menos divisa dura),
en soliloquio apagado

con Guadaña, sus pestes,
deflagraciones, hambrunas,
y libando la mordomía

de ir, con ética ad-hoc
y sin capitulación, ganando
la filantrópica guerra
de exterminarse
a sí mismos.

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Y DE GAJE


Atizar noches su vela
es nuestro vicioso
rito antropomorfo,
¡vino y parla! valen,

en esta constrita era,
más que el delirio
de la purificación étnica,

la gran guerra racial
o el crimen ecológico.
¡A nadie dañamos! salvo

nuestra magra carnal
indumentaria y de gaje,
por morgue, cajón
y cortejo, resten estos
abrojos.

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LOS CABALLEROS DE LA MADRUGADA


Los caballeros de la noche
sucumben de madrugada
y demacrados contemplan
el cielo triste de sus tristes

cielos. Y en sus verdes
delirios hueras reinas
añoran que por un vaso

de vino los besen, desposen,
entierren. También alucinan
malogradas empresas,

progenies o puertos;
y de pronto se duermen,
estos caballeros, por unas
horas a veces; y otras, para
siempre.

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EN LA NOCHE NÓRDICA


Me desollo y por malicia
a los mastines esta
carne arrojo y calado
de osamenta deambulo

por la noche blanca.
Suenen ¡óseos sones!
mis descalabros.

Y trajeado en simple
médula, magra esencia,
me sacudo este polvo

y por coraje dejo
tibias y no omóplatos
para así (ya casi nada)
levitar en la noche
nórdica.

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PREMONICIONES DE UN BUFÓN


Príncipe de esencias
perfumado, histriónica
la majadera duda
de tu ser

posa para la fama.
Te vislumbro, a veces,
en la décima neutra

sepulcral que titila
entre dos sueños;
sin mente o carcajada,

todo se devela en
tus ojos de glaciales aguas,
cuando en tu siniestra
sostienes mi resignada
calavera.


Poesía III Milenio